jueves, 12 de enero de 2017

CAPILLA DE LA SANTA CRUZ DE CANGAS DE ONÍS




       Es fácil recordar o pronunciar la frase “lugar cargado de historia” cuando contemplamos templos o edificios que han pervivido a lo largo de los siglos mostrando sus tesoros pétreos y ocultando tantos más que nunca llegaremos a conocer. En el caso de la ermita de la Santa Cruz, en Cangas de Onís, Asturias, este pensamiento se plasma en realidad de modo literal pues como si de estratos geológicos se tratara, bajo el pavimento de este capilla lugar sacro, reposa un monumental vestigio de antiguos cultos paganos: la cripta del edifcio religioso cobija un un dolmen de 5.000 años de antigüedad. Su ubicación en el fondo de un valle, entre la confluencia de los ríos Güeña y Sella, se diferencia notablemente de otras construcciones de este tipo en la cornisa cantábrica más frecuentes en laderas o cumbres. Quizá la situación estratégica entre el mar y la montaña y las vías de paso del interior al oriente asturiano propició su construcción, así como mucho más tarde la del puente conocido como “Romano”. En época romana el Sella cruza el camino a Lucus Asturum, al Norte de Oviedo, capital de los astures transmontanos. El río también marca la frontera entre las jurisdicciones romanas del Conventus Asturum y del Cluniense, tierras de astures y cántabros. El dolmen de Cangas de Onís señala anticipadamente como se estructuraría el territorio desde el Neolítico.

Dolmen


      Se trata de un megalito de considerable tamaño, al que se accede por una entrada orientada al Este precedida por dos ortostatos. El montículo que lo cubría medía 37 metros, el eje E-O y 17 el  N-S, con una altura de 3 metros. El ortostato del fondo de la cámara, un magnífico bloque de cuarcita, luce a pesar del paso de los milenios y los avatares de la historia humana, algunos vestigios de una enigmática decoración, trazos geométricos de líneas quebradas y bandas de triángulos de un pigmento mineral rojo y cenefas de triángulos piqueteados. En el ortostato contiguo, por la izquierda, de arenisca, forma lineales grabadas, una de ellas recuerda las hachas enmangadas, motivo conocido en el arte megalítico del occidente ibérico y los grandes megalitos de Bretaña. El ortostato situado frente a éste muestra dos líneas rojas quebradas. En el primer bloque de la entrada a la derecha tres gruesas bandas en zig-zag. Tal decoración sin duda se haya relacionada con los rituales sepulcrales dolménicos, expresión misteriosa de alguna creencia respecto a la vida de ultratumba en el Neolítico.

      El carácter sagrado de este dolmen mantuvo su vigencia tal vez hasta el siglo VIII de nuestra era. Favila, segundo rey de la monarquía asturiana e hijo de Pelayo, ordenó construir un templo en Cangas de Onís, capital del reino por entonces, con objeto de rendir culto a la cruz portada por su padre en la batalla de Covadonga.

Placa fundacional (transcripción)


      La Cruz de la Victoria, símbolo representativo del Principado de Asturias, oculta una cruz de madera que según la tradición es la perteneciente a Pelayo, aunque las pruebas de Carbono14 realizadas recientemente demuestran que procede de un árbol talado en la época de Alfonso III el Magno, quien la donó a la Catedral de Oviedo en el año 908.  

      El obispo, Asterio, consagró este templo en 737. Se trata de la primera iglesia de patrocinio real del nuevo reino de Asturias. Encontramos en la "Crónica Rotense", hacia el año 885, la primera mención documental al edificio: “Fáfila Basilicam in honore Sancte Crucis miro opere contruxit” (Edificó, en una obra admirable, una basílica en honor de la Santa Cruz).

      Reedificada en 1663 según constaba en las inscripciones de las pilastras del arco central terminó absolutamente destruida en 1936. En 1950 se construye en el lugar una iglesia moderna. Pero un precioso vestigio pétreo original sobrevive discretamente al fondo de la iglesia: un sillar luce grabada la flor del agua.
Con anterioridad a 1936 aún existía la lápida fundacional con una inscripción en latín. Se trata de una de las inscripciones más antiguas conservadas del reino de Asturias y su texto reproducido por Ciríaco Miguel Vigil dice lo siguiente: 

Sillar prerrománico


      “Ved aquí restaurado, según los preceptos divinos, este edificio sagrado. Que con su modesta construcción y adornado con las oraciones de la fe, brille este templo con esplendor, ofreciendo a las santas miradas la señal de la Santa Cruz. Plazca a Cristo este santuario consagrado al pie del trofeo de la Cruz, que tu servidor Favila construyó con fe sincera, en unión de su esposa, Froliuba, y de sus amados hijos. Como recompensa de estos dones que te presentamos, ¡Oh Cristo! Derrama plenamente tu gracia y que después del transcurso de esta vida, podamos gozar de tu generosa misericordia. En este lugar, por el obispo, Asterius, fueron consagrados unos altares a Jesucristo, al término de trescientos años mientras transcurría, según el orden [de los tiempos], la sexta edad de este mundo, el año 775 de la era hispánica” (año 737).

      La lápida fundacional lamentablemente ha desaparecido y se conoce gracias a los calcos y transcripciones realizados por Roberto Frassinelli para la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de la provincia de Oviedo en 1844. El comienzo de la inscripción “RESURGIT EX PRECEPTIS DIVINIS HEC MACINA SACRA…” sugiere la existencia de una iglesia anterior a Favila, según algunos autores, aunque no existen registros arqueológicos. No resulta extraña la existencia de un tempo anterior, ya que la zona era un foco importante de cristianización previamente a la llegada de los musulmanes, siendo habitual desde el siglo VI la existencia de cuevas cenobíticas e iglesias rupestres; además la reutilización del túmulo durante la Alta Edad Media tal vez pretendía conectar con la cultura ancestral, recuperar un pasado mítico para consolidar un reino naciente.


Ermita en la actualidad


      Santa Cruz fue posteriormente templo parroquial, la necrópolis cristiana de tumbas de lajas alcanzaría hasta el siglo XIII. En el siglo XVI el historiador, Carvallo, refiere la virtud taumatúrgica del templo-megalito, cuando las gentes extraían el sedimento de una cueva abierta en el interior de la iglesia, tierra sagrada con propiedades curativas.

Autora: Cristina Sánchez Gómez. Gijón 

Fotos: Cristina Sánchez Gómez. Juan Prieto. Javi Pelaz


Bibliografía:
-Enciclopedia del Románico. Fundación Santa María la Real de Aguilar de Campoo.
-Prerrománico Asturiano, el arte de la Monarquía Asturiana. Lorenzo Arias Páramo. Ed. Trea.
-La Prehistoria en Asturias. La Nueva España. Ed. Prensa Asturiana.



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