jueves, 30 de abril de 2015

LA EXPASIÓN HISPANA DE LOS ESMALTES DE LIMOGES



(Resumen de la ponencia de Augusto Guedes de Castro en el I Simposio de Historia y Patrimonio Cultural, organizado por el Excmo. Concello de Vilagarcia de Arousa con la colaboración de  Amigos del Románico).

      Los templos paganos recibían ofrendas a los dioses como tributo en agradecimiento a la ayuda favorable prestada en determinadas empresas. En el Cristianismo la diferencia estriba en que las donaciones tenían como fin recibir ayuda en la otra vida. La costumbre precristiana de enterrar a los muertos con su ajuar se va sustituyendo por la entrega a la iglesia de armas, joyas o diversos objetos de valor con el mismo fin.  El por qué de la presencia de objetos de metales nobles en nuestras iglesias responde a esta razón de favorecer la vida del difunto en el más allá. Todo este material hace que los templos luzcan especialmente y atraigan a mayor número de fieles, lo que a su vez incrementa las donaciones.
Cruz de la Victoria


      Una de las disposiciones del IV Concilio de Letrán, celebrado en 1215, recomienda la utilización de piezas de Limoges para guardar las sagradas formas. Realmente el uso de los esmaltes se remonta hasta tiempos antiguos, y no es de extrañar su utilización debido a su belleza y a que disimula el cobre empleado como metal base, a la vez que disminuye su precio al conseguir un espectacular acabado brillante sin utilizar oro o plata mucho más caros.

      El Románico es el primer arte globalizador europeo y los esmaltes hallan amplias vías de difusión en esta época En cuanto a la vinculación de Limoges con España existían  varios motivos: Limoges pertenece al ducado de Aquitania, gobernado a mediados del siglo XII por la casa Plantagenet; las relaciones con los reinos cristianos de España se intensifican a partir del matrimonio de Leonor de Inglaterra con Alfonso VIII. El Limousin es una provincia eclesiástica situada entre los obispados de Burdeos y Bourges.  Más de cien santos locales presididos por San Marcial requieren la fabricación de numerosos relicarios así como la redacción de un texto que recopile los datos del santoral. Geoffroy de Breuil, prior de Vigeois, elaboró el primer texto a finales del siglo XII. El dominico Bernard Gui (2261-1306) crea una biblioteca y halla el manuscrito de Geoffroy, lo que le conduce a redactar el Speculum sanctorale mientras ocupa el cargo de prior en Limoges; fue nombrado obispo de Tui entre 1323 y 1324.

Retablo de San Miguel in Excelsis. Aralar (Vitoria)


      La tercera conexión hispánica y más relevante es el Camino de Santiago, vía de transporte y comercio de mercancías entre las cuales los esmaltes cobrarían gran importancia.

      La necesidad de materia prima, hierro y cobre, induce a Limoges a establecer una política comercial para controlar dichos mercados creando una red de prioratos y granjas. Minas de hierro como tal no existen en las cercanías, los afloramientos de arcillas ferríferas con oligistos y limonitas son insuficientes y para intensificar el comercio de hierro se crean dependencias monásticas en los límites de Limoges, el Berry, Poitou, Angumois y Perigord. Lo mismo ocurre con el cobre, metal deficitario en Limoges, sólo presente en un yacimiento de la cuenca del Brive. 

Fíbula visigótica s. VI


      Ya en época romana y visigoda se elaboraban adornos y fíbulas con esmaltes. Allá por el siglo II d C al esmalte se le denominaba oleovitreus. Como base empleaban el electrum, una aleación de oro y plata. El término smaltum aparece por vez primera en el Liber Pontificalis de León IV, en el siglo IX. Deriva del término germánico "smaltjan" (fundir o derretir). El esmalte es polvo de sílice mezclado con diferentes óxidos que a elevadas temperaturas vitrifica. Según el color que se quiera obtener se utilizan diferentes minerales: óxido de hierro para el rojo, cobalto para el azul, cobre verde, con antimonio-plomo-plata se obtiene amarillo... La pasta que se elabora es transparente pero puede ser opaca si contiene cinc o arsénico. La temperatura de fusión ronda entre los 700 y 850º. Con esta pasta se pinta el metal base.

       Existen dos técnicas para esmaltar una pieza que debe estar terminada pues una vez fundido el esmalte y aplicado ya no se puede retocar: 

-el "cloisonné" se realiza sobre oro, plata o electrum, el contorno de los dibujos se rodea de laminillas de metal logrando elaborar unas celdillas sobre las que se coloca la pasta del esmalte antes de cocer en el horno. 

-El "champlevé" utiliza placas de cobre o bronce sobredorado sobre las que se excavan pequeñas superficies que recibirán el esmalte. Los fondos de vermiculado, florones y rosetas son característicos. Se añaden a esta base las figuras en relieve o en ocasiones sólo la cabeza.

       La primera de las técnicas, el cloisonné, data de la Segunda Edad de Hierro, pasando por Egipto, China y Roma, desde donde llega a Bizancio haciéndose muy popular entre los siglos VIII y IX. Los regalos de los emperadores bizantinos (a Radegunda mujer de Clotario I, rey de los francos, siglo VI; o a Geza I, rey de Hungría en el siglo XI) favorecen la llegada a Europa de los esmaltes, aunque también el saqueo de Bizancio en la IV Cruzada (1202-1204) sin duda contribuyó a la circulación de numerosos objetos. En Irlanda se conserva el cáliz de Ardagh, del siglo VIII. En Italia fíbulas de Ravena y de la época de Teodorico… En Francia el tesoro de Tournai y la espada de Childerico del siglo V. Carlomagno funda un taller de orfebrería y esmaltes en Conques (relicario de Pipino). Tras la dinastía otónida comienza a decaer la técnica del" cloisonné", en la imagen de santa Fe de Conques, siglos XI-XII, se empleó el "champlevé".

      En España el Museo Lázaro Galdiano de Madrid alberga una colección de pequeñas piezas "cloisonné" de los siglos X-XII. En la Catedral de Cuenca se encuentra el esmalte de los Déspotas de Epiro del siglo XIV. En el Museo Arqueológico de Madrid se guardan fíbulas aquiliformes y coronas votivas del tesoro visigodo de Guarrazar. Las celdillas que portan las cabujones, piedras semipreciosas, favorecen esta técnica de esmaltado. En época de la Monarquía Asturiana existió un importante taller de orfebrería en el castillo de Gauzón (Castrillón) donde se elabora la cruz de los Ángeles, cruz patada con disco central (808), que Alfonso II dona a la Catedral de Oviedo. Alfonso III dona en 874 una cruz a la Catedral de Santiago (robada en 1906) adornada con esmaltes, dos palomas blancas picando un fruto azul. El anverso de la cruz de la Victoria (908) donada por el mismo rey a la catedral de Oviedo está decorado con hilo de oro y un disco central verde y granate. Destacan a su vez en este arte asturiano la caja relicario de la catedral de Astorga en plata dorada (Alfonso III) y la caja de las Ágatas, encargo de Fruela en 910 para la catedral de Oviedo.

Frontal de la urna de Santo Domingo de Silos. Museo de Burgos
      De época románica, siglo XI, el desaparecido frontal de Santa María la Real de Nájera, encargo del rey García III de Navarra, y el frontal del altar mayor de la catedral de Girona, también desaparecido como el arca de reliquias de San Isidoro.  La tapa del evangeliario de la reina Felicia de Aragón (finales del siglo XI), actualmente en el MOMA. Quedan algunas piezas reutilizadas del frontal de la catedral de Zamora (1158).

      Cerca de Limoges existía ya un taller de orfebrería en el siglo VI vinculado a san Eloy, nombrado orfebre real por Clotario II. Pero no existe documentación sobre la esmaltería de Limoges hasta 1167-1169, mención que aparece en una carta y se refiere a las cubiertas de las encuadernaciones que ve en París  un eclesiástico de la comitiva de Tomás Becket durante su exilio francés.

      Los fondos típicos de Limoges se agrupan en dos variedades: la primera consiste fondos dorados con vermiculado y figuras esmaltadas con origen bizantino, tallos, palmetas… la influencia de la miniatura es patente. Hacia 1200 se esmaltan los fondos y las figuras quedan en dorado. Los fondos azul cobalto se decoran con vegetales e inscripciones pseudocúficas. 

      Frontales de altar, píxides, tapas de evangeliarios, arquetas destinadas a la custodia de reliquias, báculos episcopales, candelabros, incensarios, trípticos, navetas, cruces, medallones… son el tipo de objetos que trabajan los talleres de Limoges. Los temas típicos escenas del Nuevo Testamento, además figuras de santos, ángeles, apóstoles de estética bizantina. Parecían existir unos determinados modelos que se copiaban. El siglo XIII es una etapa de intensa producción aunque la calidad disminuye, los colores pierden brillo. Hacia 1215 los esmaltes de Limoges muestran características del gótico. Eduardo, el Príncipe Negro, puso sitio a la ciudad de Limoges en 1370, lo que deterioró en gran medida la actividad de los talleres.

Virgen de las Batallas. Museo de Burgos


      En España son numerosas las obras limosinas: el arca de los esmaltes de San Isidoro de León (finales del siglo XII), arquetas de la catedral de Huesca, de Silos… se fabrican en madera de roble revestida con placas de cobre doradas y esmaltadas. Imágenes de la Virgen de finales del XII o principios del  XIII en trono de bronce o cobre esmaltado: Virgen de la Vega (Salamanca), Nuestra Señora de Jerusalén (Artajona, Navarra), Virgen de los Husillos, Palencia, y la Virgen de Santa Clara (Huesca). Desde Limoges partían artesanos hacia las cortes de León, Navarra... y montaban talleres temporales para un determinado frontal. 

      Algunas hipótesis actuales plantean la existencia de artesanos con talleres en territorio hispano. Del taller de Silos procedería una extraordinaria pieza: el Frontal de Silos, actualmente conservado en el Museo de Burgos. También el frontal de San Miguel in Excelsis de Aralar, Navarra, tradicionalmente atribuido a talleres limosinos, con gran probabilidad procede de talleres autóctonos con influencias de Limoges y Silos.

Cristina Sánchez . Gijón
Fotos: Luis Samchez  y Arteguias


Bibliografía:
Arousa Medieval y Románica. Ed. Augusto Guedes de Castro. Concello de Vilagarcía de Arousa.

Apuntes de la conferencia impartida por Marta Negro Cobo. Directora del Museo Provincial de Burgos. VI Jornada sobre Arte Románico. Amigos del Románico País Vasco-Francia.


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