domingo, 9 de marzo de 2014

CRÓNICA DE LA III VISITA MONOGRÁFICA DE LA COLEGIATA DE SAN MARTÍN DE ELINES


     ‘Mañanita de niebla, tarde de paseo’, iba yo pensando, mientras atravesaba el Páramo de Masa, donde no se veía más allá de las propias narices,  impaciente por ir al encuentro de mis amigos románicos. La cita era en el encantador pueblecito de San Martín de Elines, a las 11:00 a.m., el sábado 22 de febrero del presente año; y allí estábamos, con puntualidad suiza, una treintena de entusiastas románicos, venidos de Cantabria –la mayoría-, pero también del País Vasco y, algunas ovejas descarriadas, de otros lejanos lugares (ya se sabe que hay gente ‘pa tó’).

                                             Colegiata de San Martín de Elines

     El transcurrir de la mañana había despejado la niebla, pero no así las nubes, que nos tenían oculto el sol y encapotado el horizonte, por no hablar de la rasca que soplaba a través de las abiertas puertas del campo. Pero como no hay dificultad que arredre a los románicos, guiados por el inefable D. Bertín y su sobrina, nos introdujimos en las dependencias de la hermosa iglesia valderrediblense. Una vez que todos hubimos admirado de nuevo (estoy seguro que para ninguno de los presentes esta iba a ser la primera vez) la estructura y la decoración escultórica y pictórica –mínima-, fuimos tomando asiento para escuchar la vivisección que los amigos de la tertulia  ‘Arquivolta Románica’ iban a llevar a cabo del más hermoso ejemplar del románico del sur de Cantabria.

     Maite Martinez nos hizo una exhaustiva y certera exposición de la historia, no solo de la fundación del templo, sino de la región, desde los primeros pobladores hasta nuestros días, pasando revista a todas y cada una de las vicisitudes históricas, políticas, sociales y económicas de la zona y del monasterio. Granados aplausos cerraron la intervención, que sirvieron para agradecer el trabajo realizado y, cómo no, para entrar en calor nuestras ateridas manos.

                                              
    A continuación Jose Manuel García-Maestro nos abrumó con su amplio conocimiento de los parámetros arquitectónicos del templo; minuciosamente analizados fueron los muros, los diferentes tipos de soportes, la nave, el presbiterio, las bóvedas, el ábside, el cimborrio, el falso transepto, las vanos que dejan entrar la luz, materia de la que están hechos los sueños de los creyentes y de los agnósticos, etc., etc. Cerrada ovación para tan ilustre maestro.

                                       Representación de la Adoración de los Reyes Magos
    
      Para terminar, fue nuestro entrañable Javier Pelaz quien impartió un escueto curso sobre la escultura, abundantísima, de este afamado templo; como hombre versado en la cultura clásica, empleó, para sus explicaciones, el socrático método de la mayéutica (conocido también como método gallego), es decir, contestar a una pregunta con otra ; por ejemplo, alguien le inquría:

- ¿Qué representa ese capitel?

- ¿Qué crees tú que representa?-, respondía el muy taimado.

De esta manera se entablaba una tormenta de opiniones, desde las más acertadas a las más disparatadas. El caso es que, siguiendo este método inductivo, fuimos apreciando y valorando en lo que se merece, que es mucho, la ingente cantidad de capiteles, canecillos, columnas, relieves etc., que adornan esta bendita iglesia, sin olvidarnos, por supuesto, de las magníficas piezas expuestas en el pequeño claustro, a las que D. Bertín salvó, a lo largo de los años, de la desaparición o de la destrucción.

                                                               Canecillos del muro sur
     Tiempo para un ‘relaxing  cup of café con leche in Plaza Mayor’; aprovechando que aún faltaba tiempo para la hora de reponer fuerzas, el que suscribe agarró por los pelos la ocasión para visitar algunas de las muchas iglesias rurales de la zona, motivo por el que no se enteró del cambio de planes de las visitas previstas para la tarde; mientras uno chospeaba monte arriba, el resto se dirigía a la localidad de Arroyuelos para visitar la ermita troglodítica y prerrománica de S. Acisclo y Stª. Victoria, por lo que no puedo decir nada al respecto, ya que no la vi.¡Eso me pasa por listo!

     Esperando en Ruerrero a que los demás llegaran, degusté unas rajas de chorizo casero que la patrona tuvo a bien ofrecerme para matar la espera y el gusanillo. Poco a poco, la treintena de participantes de esta salida románica, fueron apareciendo en el humilde restaurante, donde dimos buena cuenta de las viandas que la ventera nos había preparado, regadas con un recio vino riojano, que hicieron (vino y viandas) las delicias de más de uno.

     Después de algunas compras de productos gastronómicos propios de la zona (miel, chorizo, jijas…), nos dirigimos a la última de las visitas vespertinas: la también troglodítica capilla del burgalés pueblo de Presillas de Bricia, a la que llegamos después de un pequeño paseo por el sotobosque; ya la tarde despejaba y los rayos del sol de poniente doraban la piedra arenisca en la que está excavada esta ermita de dos niveles, con columna monolítica en el centro y tres ábside orientados.

     Con pena por alejarme de tan grata compañía, pero alegre por la jornada compartida, me despido de los forofos románicos de Cantabria, con el firme propósito de volvernos a ver más pronto que tarde.

Texto y fotos: Ángel Bartolomé. Pamplona

 

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