viernes, 7 de febrero de 2014

MONASTERIOS "de ASTERIX" (y 2ª Parte)


      Claramente, existía un ordenamiento urbano, pero estaba alejado del modelo mediterráneo. Dos corrientes principales se unen para darle origen. Una es el tipo de habitación nativo, denominado rath o dún (o cashel, que es un préstamo latino) según su amplitud e importancia, que hunde sus raíces en la Edad del Bronce y del Hierro. El otro es la preocupación cristiana por el simbolismo del cosmos ordenado, sacralizado por Cristo, aunque muchas veces hay elementos puramente nativos en este simbolismo.

      El tipo de habitación nativo normal consistía en un emplazamiento rodeado por una muralla de piedra o de terraplén, con una forma más o menos circular (ejemplo: esta pequeña residencia señorial de la costa del Kerry, Dunbeg). Dentro del recinto hay una o varias casas, de piedra o de adobe, depende de la riqueza del dueño, con objetivo de habitación y de almacenaje, o de espacio para los animales. El terreno libre se llamaba líos (liss) y ha dado nombre a algunos lugares, como el del monasterio de Lismore, por ejemplo. Campos y pastizales se encuentran alrededor, muy cerca, más o menos protegidos por muretes u otras formas de parcelamiento.
 
      Un tipo de habitación civil curioso, en el que también hay ejemplos monásticos, era el crannóg o habitación lacustre. Una o varias casas se asentaban sobre un islote artificial construido sobre las aguas someras, cercanas a la orilla de un lago, a base de pilotes de madera y cimientos de cascajo: huesos, piedras, ramas y detritus en general formaban un fondo sobre el que apisonar la tierra que formaba el terreno libre. Este tipo de construcción es de las más antiguas de la zona.

      Las casas eran normalmente circulares o rectangulares, de piedra seca o trabada con muy poco cemento; o bien, mucho más sencillas, de zarzo y adobe. Los tejados, como se sigue haciendo en la tradición rural del país, de paja, bálago o juncia perfectamente apelmazada y trabada, para evitar la entrada de agua de lluvia. El sistema constructivo consistía en plantar primero la estructura exterior e interior de pilares de madera y el entramado del techo (apoyado a menudo en un bastidor de cuatro pilotes) y luego cubrirlo todo con zarzo y adobe, colocando al final la techumbre.

      Bueno, pues los monasterios seguían esos patrones. Planos normalmente circulares en los que la zona central está ocupada por lo más importante: el templo. Adyacente, puede estar la casa abacial o un lugar de reunión común, aunque es seguro que muchas reuniones y rituales se llevaban a cabo al aire libre (en Irlanda hubo un tiempo en que llovía menos). Hay que tener en cuenta que los templos tenían dimensiones muy reducidas: dentro cabían apenas los sacerdotes y diáconos, lo cual obedecía a un sentido ritual más que arquitectónico; pensemos en las dimensiones de Santa Mª de Lebeña o Santa Cristina de Lena... Pero imaginemos que las particiones interiores, sin recurso a pilares de piedra, serían a base de mamparas de zarzo o planchas de madera. Debieron existir iconostasios de madera labrada y pintada y, sin duda, había iconos y tapices adornándolo todo.

      Seguramente, como vemos en la reconstrucción de Devenish, la mayor parte de las habitaciones eran cabañas de zarzo y adobe, obedeciendo su construcción a técnicas que se remontan a la Edad del Hierro. La iglesia, sin embargo, podría estar hecha con otra técnica, de la cual son ejemplo las “stavkirke” que se conserva en Noruega. Algunos arqueólogos proponen que, precisamente, los templos irlandeses fueron el modelo de las stavkirke escandinavas, y hay restos conservados en las Islas Británicas que corresponden a la época en cuestión (s. IX ó X).


      Existieron modelos regionales. Por ejemplo: el modelo de Scélig Mhícheál (izquierda), en el que las celdas monásticas estan construidas de piedra seca, con un sistema de aproximación de hiladas antiquísimo y un resultado muy parecido al de un iglú. Este tipo, llamado en la jerga arqueológica beehive hut, “celdas de colmena”, o en lengua nativa clochán (o “escalera de piedra”) estaba extendido por la costa sur/suroeste de Irlanda, quizá marcando una ruta costera de peregrinación y comercio.
 

      Fuera del espacio sagrado, que se marcaba con algún tipo de cerramiento o murete, el término monástico poseía dependencias orgánicamente relacionadas y muy cercanas al recinto principal: campos de cultivo, talleres artesanos, corrales de ganado y de pesca, molinos, etc. En los monasterios más grandes, se documentan otras dependencias religiosas menores: un albergue/hospital para peregrinos, un enclave de anacoretas en torno a un pozo santo; dependencias o “barrios” en los que viven los estudiantes, como los “Tercios” (Trian) de que constaba Armagh y que debió tener también Clonmacnois, etc. En Clonmacnois, a un escaso kilómetro del núcleo monástico, sabemos de la existencia de un convento de monjas. Quiénes fueron estas monjas, cuál era su organización y su  relación con el monasterio masculino, no se sabe. En el s. XII fueron sustituidas por un grupo de Canónigas Arroasianas, enlazadas familiarmente con los reyes de Mide, que duraron poco en el enclave y que, sin embargo, dejaron uno de los mejores restos románicos de Irlanda, los pórticos de la iglesia que veis en la foto, Nun’s Church.


      Después de las incursiones vikingas, en los siglo IX al XI los monasterios vieron cambiar algunas de sus características arquitectónicas. En primer lugar, aparecieron esas construcciones tan peculiarmente irlandesas, las “torres redondas” (round tower), en nativo cloictech o “casa de campanas”, de varios metros de altura, distintos pisos accesibles solo mediante escalas de madera, cuerda o de pelo trenzado (como sugiere este señor) puerta sobreelevada respecto al suelo y remate picudo.


      No echeis las campanas al vuelo: las campanas irlandesas que se conservan eran más bien cachivaches de mano, más parecidas a las esquilas del ganado que a los magníficos instrumentos musicales de bronce de nuestras aldeas. Probablemente, se tañían a golpes de mazo, como en algunos monasterios ortodoxos actuales, pero es dudoso que se oyeran tanto y tan claro como las de por aquí, aunque eran un importante elemento ritual y simbólico, como demuestra el que se convirtieran en reliquias, con ostentosas fundas de exhibición. Así que todavía no sabemos muy bien para qué servían las dichosas torres redondas, cuyo caracter defensivo salta a la vista.

      De esta época datan también la mayoría de las Cruces Altas, especialmente las del estilo de “Las Escrituras” a las que ya dedicamos un post anterior. Las cruces, como ejemplo de arte escultórico (y sin duda, pictórico) están unidas al afianzamiento del poder político y a los pactos de protección mutua de los abades con algunos reyes provinciales –caso de la Cruz de Flann de Clonmacnois, unida a los reyes de Mide— a quienes les ataban importantes lazos de sangre y de clientela intertribal.

      Otro cambio fundamental fue la aparición de edificios de piedra que sustituyeron a los de madera, sobre todo a las iglesias, ya dañadas o decadentes. Se trata de la damliag (casa de piedra) como la que tuvo Clonmacnois, de cuya función nos dan ciertas indicaciones los Anales. Eran edificios que seguían con cierta fidelidad sus modelos de madera y que, seguramente, tuvieron cubiertas de carpintería. Los pocos ejemplos que quedan carecen de esta, siendo casi un milagro que el tejado a dos aguas no se haya venido abajo. Un buen ejemplo es de la Cocina de San Kevin de Glendalough.  

      Estos edificios eran rectangulares, con un tejado muy empinado y los lados menores a veces terminados “in antae”. En la damliacc de Clonmacnois, cuyos restos actuales son los de una iglesia, el tejado estuvo adornado con tejas que mandó poner en 1079 el abad Máel Ciarán, gran impulsor de obras “públicas” en el sitio, pues hizo también caminos empedrados que comunicaban las distintas zonas del término con el enclave principal.

     Algunos de estos templos, ya un siglo más adelante, se ataviaron con pórticos de un estilo extranjero que a partir de entonces empezó a verse acá y allá en los monasterios irlandeses: el románico. Pórticos y ventanas, en la mayoría de los casos, se incrustaban literalmente en el edificio antiguo, sin reformar nada de su estructura.

     Dejo como ejemplo de ello el pórtico de la iglesia de un monasterio “coarbial” de Roscommon, situado en las orillas de un lago y junto a un pozo santo inmemorial. Se trata de Kilronan, “la iglesia de Ronan” herencia de los Uí Duigenan y señorío de los sub-reyes de Connacht, los Meic Diarmada. Y ahora, ¿no os preguntáis qué quiere decir “coarbial”? Pues la explicación la dejo para una próxima entrega sobre los monasterios de Irlanda.
Texto: Carmen Leal. Madrid


 

BIBLIOGRAFIA & LINKS

Françoise Henry: Irish Art: In the Early Christian Period (to 800 A.D.) Cornell University Press, 1965.

F.J. Byrne: Irish kings and High Kings, Dublin 1973.

http://www.philarm.com/   en este portal Philip Armstrong muestra sus dibujos de las estupendas reconstrucciones de espacios monásticos irlandeses que hemos utilizado en el post.

http://www.100objects.ie/ en este portal (también libro electrónico) hay 100 objetos significativos de la Historia de Irlanda, entre ellos la campana de S. Patricio (sin relicario) de la ilustración.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario