domingo, 23 de febrero de 2014

HITOS ROMÁNICOS EN LA "VIA PODIENSIS": de AUBRAC a LECTOURE (1ª Parte)

      Una vez dejado atrás Aubrac reemprendo mi andadura. En una franja de 350 kilómetros -hasta recalar en Lectoure- los enclaves románicos son más profusos y algunos de ellos bien conocidos por los aficionados. 
                                         La Via por el puerto de montaña de Aubrac
      Las dificultades, empero, son duras cuando se conjugan la soledad y la fatiga, amortiguadas, en parte, por la visión de un paisaje irrepetible de la Francia rural y profunda, entretejido con vastos campos de cereales, viñedos por doquier en las laderas de las colinas y amplias parcelas de árboles frutales marcialmente alineados y todo ello surcado por las corrientes fluviales del Lot, Tarn y Garona, entre los más importantes.

                                                                       "Genciana",    

      Por un sendero jalonado por una diversidad de plantas silvestres de alta montaña -la genciana, en especial- arrivé a la localidad de Sait-Côme d´Olt, donde se ubica la Capilla de los Penitentes, mas en el siglo XI ó XII figuraba con nombre distinto: Saint-Pierre de la Buysse. Vestigios de la época románica son los canecillos iconográficos, la singular espadaña y el relive de un crismón en el antipendio del altar mayor. En la actualidad acoge de manera permanente una exposición sobre la vida y obra del arquitecto, Philibert de l´Orme, creador del tejado en caréne (quilla de barco).

                                                    Iglesia de St.-Côme d´Olt
   Más adelante, a un kilómetro de Espalion, se erige la iglesia de Perse declarada Monumento Histórico. Data del periodo, s.XI-XII, y bajo la advocación de saint Hilarian. La fábrica se halla en el centro del cementerio municipal. A primera vista atrae al visitante el tímpano de la portada, esculpida con temas de Pentecostés y del Juicio Final. En el muro meridional aparece un relieve tosco de la Epifanía. La cornisa se sostiene con una serie de canecillos iconográficos. En el interior, el presbiterio se cubre con bóveda de medio punto y el ábside -de cinco lienzos- con bóveda de horno. 
                                  
                                                                          Espalion 

      Bordeando la margen izquierda del Lot alcancé, al poco rato,la aldea de Bessuéjouls. En un terreno herboso se alza la modesta iglesia de San Pedro, pero lo que la embellece es su torre-campanario. Viéndola a cierta distancia recortada al alba sobre un cielo límpido sentí la necesidad ineludible de fotografiarla con mi cámara de bolsillo. El piso superior de la torre abriga una capilla dedicada al arcángel San Miguel. Este reducido espacio, que se accede por dos escaleras simétricas de piedra, es una de las joyas del románico de la comarca de Rouergue.  En un folleto explicativo me enteré de su origen carolingio. El aparejo es de arenisca rosa, pero lo más apreciado del exiguo habitáculo es su decoración. Los trenzados de cestería de los cimacios de los capiteles y las cestas de éstos con sirenas y centauros maravillan al contemplarlos a tan corta distancia. El muy bello altar románico ofrece igualmente una decoración de gran calidad, siendo los protagonistas los dos arcángeles: Miguel y Gabriel.
                                                                Bessuéjouls

      Tras un descenso largo por una pista pedregosa y zigzagueante, alcancé la villa medieval de Conques. Su monumental iglesia abacial de Sainte-Foy figura en la mayoría de los manuales de arte como paradigma del románico pleno. En el Medievo ganó su fama por ser un centro de peregrinación y uno de los enclaves  señeros del Camino santiagués (Via Podiensis). Su historia primigenia empieza con la llegada de un ermitaño llamado Dadon a quien se le unió -al poco tiempo- un tal Meldradus y sucesivamente otros hasta fundar una comunidad suficiente para erigir una primera iglesia. Los reyes carolingios favorecerán al monasterio con suficientes donaciones y privilegios.

                                               Arquería de la torre-porche de Bessuéjouls
      Al llegar a la explanada de la basílica me topé con la espectacular y archiconocida portada de la que sobresale su tímpano bastante compresible a pesar del número excesivo de personajes (108) y la variedad de escenas del Juicio Final. Es similar a la de la iglesia de Perse, pero en pantalla grande.

      En su interior destaca tanto el programa iconográfico de los capiteles como las rejas de hierro forjado cerca del presbiterio, -con la particularidad de que fueron realizadas con las cadenas aportadas por de los cautivos liberados como ofrenda a la Santa-, uno de los más bellos ejemplos de artesanía románica.
                                                   Detalle de la capilla de San Miguel

      Tras la cena en el albergue del monasterio, regido por los monjes premostratenses, me enteré que uno de ellos explicaría el tímpano a primeras horas de la noche. Cuando el guía comenzó sus comentarios de la portada  ya se había formado un nutrido grupo de oyentes. De izquierda a derecha el monje fue analizando con todo lujo de detalles cada personaje presidido en el centro por  Maiestas Dei: a su diestra los bienaventurados y los réprobos a la siniestra.

      Finalizada la exposición se abrió al público la galería superior de la nave. Desde las alturas se descubren tanto perspectivas sorprendentes del interior del templo como la belleza plástica de los capiteles -al alcance de la mano- e iluminados de una manera correcta.
                                                      Fachada principal de la basílica    
                                              
      A la mañana siguiente, antes de partir, me dediqué a visitar el museo de la basílica. Reúne una intreresante colección de objetos litúrgicos de gran valor no tanto material como artístico. Pero la protagonista no podría ser otra que la propia Ste-Foy. En una estatua de 85 cm. de altura ornada con piedras preciosas, entalles, camafeos y diversos añadidos se guarda en la cabeza del personaje sedente sobre un trono las reliquias de la mártir. Continúo anotando en mi cuaderno lo que apunta el panel informativo al respecto: la cabeza de oro es una obra reutilizada; el cuerpo de madera y algunos fragmnetos de oro del vestido son de época corolingia, mientras que el trono, la corona y los orifrés de filigrana son posteriores al año 985.   

      Al sur de la basílica se halla lo que queda en pie del antiguo claustro. Fue levantado en tiempos del abad Bégon. Pero la joya del recinto es un enorme pilón de fuente de Puech de Voll, cerca de la localidad de Firmi. Bajo el bordel del brocal, entre las dieciocho columnitas, pequeñas máscaras de monjes y animales reflejan un semblante risueño.
                                                        Parte central del tímpano

      Las fuentes de Cayssac y Plô completan el programa románico de la villa. La última se ubica en la explana de la basílica. Datada en el s.XII en un manuscrito del Liber Sancti Jacobi refiriéndose a ella de la siguiente manera: "sus aguas con virtudes admirables apagaban la sed de los peregrinos". La otra, del mismo siglo, tiene una puerta de medio punto que da sobre un recipiente cuadrado. Las pilastras de la rosca se rematan con capiteles fitomórficos. La clave de la bóveda es circular con la representación de la figura de Cristo.
 
                                                    Capitel del antiguo claustro
   
       No se debe, empero, dejar de visitar el museo de Joseph-Fau, en un edifico frente a la fuente de Plô. Allí están reunidos una buena parte de los capiteles del antiguo claustro románico.
 
                                                     Galería superior de la basílica

      No quisiera finalizar mi estancia en la villa sin antes contar el rapto de la reliquias de Sait-Foy. Éstas se encontraban en tiempos de Carlos el Calvo en un monasterio de la localidad de Agen. Como los monjes de Conques no tenían ingresos económicos por no poseer reliquias de santo que atrajeran a devotos, planearon, entonces, el robo de las reliquias del cercano cenobio de Agen. Para ello enviaron en el año 866 a un monje, de nombre Ariviscus, para que ejecutara la fechoría. Éste se hizo pasar, al principio, por novicio y durante ocho años llevó una vida ejemplar como monje. Aprovechándose de la confianza depositada en él por el resto de la comunidad sustrajo, con nocturnidad, las referidas reliquias y las depositó en el monasterio de Conques. A partir de entonces comenzó el auge económico del monasterio.

                                                               Fuente de Plô

                                     
                                                             Relicario de Ste.-Foy

Texto y fotos (menos la de la estatua de Sainte Foy): Javier Pelaz. Santander 

     

  
 
     

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