martes, 7 de enero de 2014

UNA APROXIMACIÓN HISTÓRICA AL MONACATO DE SAN ANTOLÍN DE BEDÓN (3ª Parte)

Los postulantes provenían sobre todo de los hijos de la nobleza, frecuentemente niños de 5 a 7 años, aunque a lo largo del siglo XIII esta costumbre cayó en desuso.  Sus padres los ofrecián como inocentes no corrompidos por los males del mundo para ganar su propia salvación. También les interesaba  de este modo evitar la división de su propiedades entre demasiados hijos (y especialmente discapacitados).
 
Muy pocos postulantes adultos tenían un sentido de vocación verdadera y más bien estaban motivados por un porvenir que les ofrecía seguridad y rango, como casi única alternativa a una vida de guerrero dentro de una sociedad violenta e irracional.
 
Los monjes se veían como una élite que restringía su número a doce (como los apóstoles) en abadías normales o, en una menor  número como San Antolín, en torno a cinco. En sus expectativas y necesidades reflejaban fundamentalmente su propia clase y exclusividad y, como veremos, ello daría lugar a varios intentos de reforma vocacional.
Nave central de San Antolín de Bedón
 
 
Hasta mediados  del siglo XII existían en Asturias 116 iglesias familiares como San Antolín de Bedón, con poco más que título de monasterio que las hacía más atractivas para las ofrendas de los fieles y evitar las exigencias fiscales del obispo. Cada una tendría su manera muy simple de vivir de acuerdo con una "regla" o códice del abad, quizás con una vaga referencia a condiciones de la época visigoda.
 
Los laicos utilizaban estas fundaciones para aumentar su renta e influencia feudal, mientras que los ámbitos de lo espiritual y secular se reforzaban recíprocamente. La Reforma Gregoriana /1046-1124) se esforzó en sustraer los monasterios europeos del domino laico, para aplicarles a la regla benedictina, con la influencia importante de la gran organización de Cluny, apoyada por los reyes leoneses con la intención de vincular más sus territorios con Francia y con el resto de Europa.
 
Basa de una de las columnas
 
 
 
 
En época altomedieval el número de monasterios benedictinos en Asturias debían rondar los noventa(5). Entre éstos, el monasterio de San Salvador de Celorio fue magníficamente dotado por la reina Urraca y puesto bajo la jurisdicción de Cluny en el año 1122, aunque continuaba la influencia, como patronos de la familia Posada. A finales del siglo,  se rompieron la vinculación disciplinares y económicas de Cluny y parece que en época posterior sus monjes ya no se diferenciarían, ni por su cultura ni por el talante moral y religioso, de la pequeña nobleza y campesinado más acomodado.
 
En cuanto a San Antolín no se sabe a qué dominio se incorporó, pero "a lo largo del siglo XII se iría perfilando la organización de la comunidad y su adscripción a la regla benedictina"(6), una regularización que colisionaría con la existencia de abades casados y con propiedades particulares. Sabemos que en 1174 y 1176 el abad de San Salvador vende al hijo del abad de San Antolín una hacienda y una heredad en Villaescusa (Barro).
 
Capilla de la Epístola
 
La observancia benedictina que llegó tarde a España y aún más en Asturias, ya en Europa, a partir de miados del siglo XII, se encontraba con plenas síntomas de decadencia en cuanto a la economía de sus cenobios, el número de sus monjes y el impacto de costumbres locales. No había una estructura para salguardar la Regla y se resistieron las tentativas papales del siglo XIII de reforma mediante cabildos regionales y visitas episcopales o de los cistercienses reformistas.
                                                                                                            (continuará)
 
Texto: Michael Wilkinson. Canterbury (Inglaterra)
 
Fotos: Javi  Pelaz
 
(5) A juzgar por los datos que se deducen de la "Crónica" de Fray Antonio de Yepes (1609)
 
(6) J.L. Ruiz de la Peña, op. cit., pag. 10.
 


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