domingo, 19 de enero de 2014

UNA APROXIMACIÓN HISTÓRICA AL MONACATO DE SAN ANTOLÍN DE BEDÓN (7ª Parte)

    El claustro, centro de la vida monástica, sala capitular, refectorio, biblioteca-scriptorium, dormitorio y otros edificios medievales de San Antolín, han desaparecido y tampoco conocemos exactamente el alcance y el área de implantación de su dominio.
 
    El monasterio benedictino de San Salvador de Celorio recibía donaciones procedentes de todo el Oriente de Asturias y seguramente lo mismo ocurrió en el caso de San Antolín, no sin algunas complicaciones como demuestra una carta de poder (fechada en 1398) del abad Alfonso Pérez al abad del monasterio de Valdediós acerca de un pleito (favorablemente resuelto) sobre una gerencia  de propiedades dejadas a ambos en los concejos de Ribadesella, Colunga y Llanes (10). La Regla estipula que el monje debe velar "sobre todo los enseres y bienes del monasterio como si fueran objetos sagrados del altar (...) pero no se deje llevar de la avaricia ni disipe el patrimonio". Los abades, en general,  eran bien conscientes de la necesidad primordial de incrementar y conservar sus rentas y patrimonios para asegurar la supervivencia de sus monasterios y esta preocupación (como también sus propios intereses materiales a veces) les llevaban inevitablemente a conflictos externos y a contradicciones internas implícitas en las directrices citadas de san Benito.

                                            Molino cercano a San Antolín de Bedón

    San Antolín seguramente desempeñaba en sus dominios, a veces cedidos como baldíos, una eficaz labor colonizadora del espacio rural (y quizás también impulsor del cultivo de otras fincas como hace San Salvador de Oviedo). Habría pues un desarrollo importante de la ganadería (particularmente caballar y vacuna), de la transformación del bosque (plantaciones de nogales, manzanos y castaños), del desarrollo de cultivos de cereal y de viñedos (facilitados por el calentamiento climático hasta el 1300) y posiblemente leguminosas, lino y cáñamo. Se introduccirían nuevos medios técnicos en la apicultura (con la miel como edulcorante y la cera para la fabricación de velas), en conducciones de agua y la producción de sal, en viveros, herrerías y hornos. Tendría una propiedad heterogénea, debida a las heredades incorporadas, que abarcaría todo tipo de cultivos y aprovechamientos, permitiéndose en buena medida su autoabastecimiento.


                                                 Zona boscosa en torno al monasterio

    Desde el siglo XIII la explotación directa por parte de los siervos cede paso paulatinamente al arrendamiento de propiedades y como consecuencia  en el siglo XIV las rentas monásticas sobrepasan a los derechos señoriales en concepto de ingresos. Otras fuentes de ingresos menores son la participación en los peajes (tal vez en el caso de San Antolín dada su situación) y en los diezmos y rentas de las iglesias, a cambio de presentar jurídicamente a sus clérigos ante los intereses señoriales. Según el Becerro de la Catedral de Oviedo, San Antolín ejercería este derecho de presentación en Pría, Vibaño, Caldueño y Hontoria, así como Berodia y Leces de concejos limítrofes (en comparación San Salvador de Celorio que tiene una sola presentación). La nómina del Libro Becerro no menciona a San Antolín funcionase también como parroquia (11), com es el caso de San Salvador y del otro monasterio benedictino del Oriente, San Pedro de Villanueva.
                                                                                                   (continuará)

Texto: Michael Wilkinson. Canterbury (Inglaterra)
Fotos: Javi Pelaz. Santander.

(10)     Juan Ignacio Ruiz de la Peña, El espacio oriental..., (docs. 18 y 19).

(11)     Después de la unión de San Antolín a San Salvador de Celorio en 1544 y su conversión en Priorato atendía el servicio parroquial de Naves, Rales y San Martín, con cotinuas quejas, pleitos y súplicas por parte de estos pueblos reclamando su independencia; véase el articulo pionero de José F. Menéndez, "El monasterio de San Antolín de Bedón", de 1922, reeditado en Bedoniana, III (2001), pags. 9-13.
 

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