La iglesia de Santa Cristina de Lena se encuentra en el
concejo de Lena, encaramada a una loma que se vislumbra desde bien lejos en un
paraje montañoso que invita a ascender y
contemplar esta maravillosa joya arquitectónica altomedieval. No existe
inscripción alguna que recuerde su fecha de construcción o consagración. Las
similitudes estilísticas con Santa María del Naranco, época de Ramiro I,
permiten una aproximación al año 850 y décadas posteriores, aunque no exactamente
construída por el mismo arquitecto del Naranco, sí se trató de alguien
vinculado al taller ramirense tras el ascenso al trono de Ordoño I, sucesor de
aquel monarca. Se desconoce si la advocación actual se corresponde con la
original, ya que su primera alusión documental es muy posterior, en 1610, hecho
al que se une la escasa tradición de Santa Cristina en el santoral asturiano.
(Entorno de Santa Cristina de Lerna)
En el año 1893 se acomete una profunda restauración de la
iglesia, aunque anteriormente, la Comisión de Monumentos Históricos y
Artísticos de la provincia de Oviedo, creada en 1844, lleva a cabo obras de
consolidación del edificio, en peligro de ruina. Esta comisión pretendía
recuperar el patrimonio prerrománico asturiano y hubo de vencer la indiferencia
de la Administración Central para sacar adelante su cometido. De este modo en
1893 Juan Bautista Lázaro reinicia las obras de restauración, teniendo como
objetivo primordial la reconstrucción de la bóveda que cubría la nave central.
En 1934 la iglesia sufre desperfectos en los paramentos
exteriores que son reparados en la década de los cuarenta por Luis Menéndez Pidal, que también intervendrá en 1966 y
1970. En 1980-1981 la arquitecto Mª del Pilar Benito Pallares consolida la bóveda
central y construye un muro en la fachada lateral derecha.
(Muro norteño)
Consta de nave única rectangular de 10 x 6 metros. Adosados
a este cuerpo cuatro espacios rectangulares simétricos en mitad de cada
fachada. A Occidente el cuerpo saliente conforma el vestíbulo. El arco de medio punto de la portada descansa
sobre columnas entregas con capiteles carentes de decoración. Sobre el
vestíbulo la tribuna real a la que se asciende por una escalera de piedra
adosada al muro del lado del Evangelio. Las excavaciones realizadas en 1993 han
permitido descubrir cómo era la primitiva tribuna regia, con dos escaleras de
acceso laterales y dos niveles de altura. El nivel más bajo sería la superficie
de encuentro de ambas escaleras y los peldaños originales semejantes a los de
la escalera del presbiterio, una gruesa losa sobre mampuesto. La cara frontal
con una capa de cal pintada de amarillo. Pudiera tratarse tal vez de una
galilea, tribunas vinculadas al teatro litúrgico navideño o pascual, en cuyo
caso habría sido añadida en el siglo XI. Algunas piezas de piedra toba descubiertas
indican que los lienzos interiores y la bóveda se hallaban revestidos de
pinturas al fresco.
(Cancel)
La capilla se cubre con bóveda de cañón de piedra toba con
una arquería ciega de dos arcos adosados a los muros Norte y Sur. En el testero
se abre una ventana original trifora sin arcos, con cuatro columnas, dos
exentas y dos adosadas. Los capiteles centrales llevan hojas y volutas, y
collarino sogueado. La cornisa oriental apoya sobre canecillos lisos, fruto de
una reforma bajomedieval. La restauración de 1893 imita esta configuración en
las fachadas septentrional y meridional. La pequeña ventana abocinada de la
pared sur del ábside también procede de época bajomedieval. La cámara abovedada
orientada al Norte también conserva una ventana trífora contemporánea a la
construcción del templo.
La construcción es de sillarejo de caliza unido por mortero
de cal y arena. Las esquinas de sillares a soga y tizón. Los treinta y dos
contrafuertes elevados sobre el zócalo
que rodea el perímetro del edificio no se corresponden en su totalidad con los
pilares interiores, por lo que no cumplen siempre la función de
contrarresto. Una arquería ciega sobre
la que descansa la bóveda de cañón sustentada por arcos fajones recorre los
muros interiores. Las arquerías descansan sobre capiteles cubicoprismáticos y
fustes lisos.
El presbiterio se eleva 0.95 m. sobre la nave; se accede a
él mediante dos escaleras laterales. En este lugar se levanta una curiosa
construcción sin precedentes en la arquitectura asturiana ni aún en la
visigoda. La conforma un triple arco sobre columnas de mármol con capiteles
corintios. Sobre estos arcos
peraltados el paramento superior se
adorna con cinco magníficas celosías de origen asturiano y mozárabe. La liturgia hispánica imponía una separación
entre ambos espacios de culto en determinados momentos en que un velo debía
ocultar a los clérigos de los fieles en un intento por realzar el sentido del
misterio de la celebración y preservar el espacio sagrado. Se trató este tema
en el Concilio IV de Toledo en el año 633. San Miguel de Escalada, León,
conserva también un iconostasio. En
otras iglesias carentes de estas estructuras pétreas utilizaban madera o cortinajes para cumplir
este cometido. La monumental arquería que divide el espacio dataría del siglo X
según algunos autores. Presenta una cierta influencia islámica. Este
“iconostasio” posiblemente sustituyó a otro anterior según atestiguan algunas
marcas en los muros y la disposición de los capiteles laterales.
Una inscripción aludiendo al año 643 d.C. en la celosía de
la enjuta entre el arco central y el arco lateral Norte delata la
procedencia de la placa de piedra en que
se labró el delicado dibujo de malla de huecos romboidales, se trata de una lápida
funeraria reaprovechada. La celosía de
cinco arquitos de herradura situada sobre el arco central parece también de
tradición mozárabe. Sobre al arco Norte celosía con hueco trazado en forma de
cruz griega. Decora la celosía lateral Sur una cruz de brazos calados y
rematados en semicírculo. Los capiteles corintios son también de origen
visigodo con doble fila de hojas de acanto. Los dos centrales se adornan con una venera en cada una de sus caras.
El cancel colocado bajo la arquería es también una pieza
reaprovechada visigoda de la segunda mitad del siglo VII. Consta de dos placas
de piedra unidas por una central más estrecha. Lucen una riquísima decoración
tallada a bisel y conservan interesantes inscripciones de diferentes épocas
según se deduce de los caracteres grabados, letras visigodas y caracteres de
influencia mozárabe. Los motivos ornamentales muestran gran similitud con otros
relieves visigodos: tallos con forma de espiral en una placa de San Juan de
Baños (año 621), o un relieve de cancel procedente de San Salvador de Priesca
(921) en el Museo Arqueológico de Asturias.
Los capiteles de la arquería que enmarca los muros
interiores de la iglesia muestran leones afrontados con la cabeza vuelta sobre
el lomo de tradición bizantina. También se representa una figura humana frontal
en posición hierática que porta un bastón. Destacan sobremanera los clípeos que
decoran las enjutas de la arquería mural con motivos zoomórficos. Se conservan
dos piezas enmarcadas en un ribete
sogueado que representan un jinete que lleva una lanza.
El hecho de que Santa Cristina conste de un solo acceso, la
portada occidental, parece indicar un uso por parte de una comunidad de fieles
indiferenciada, dedicada probablemente al servicio de un monasterio, aunque
para algunos estudiosos pudo estar vinculada a una residencia real.
Texto y fotos: Cristina Sánchez. Gijón
Prerrománico
Asturiano. El arte de la Monarquía asturiana. Lorenzo arias. Ediciones Trea.
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